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El capitalismo neurótico (página 2)




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CAPÍTULO II

LOS
MEDIOS DE
INFORMACIÓN MASIVOS-IDEOLÓGICOS

En virtud de que la clase social
dominante en el modo de producción capitalista ha ideologizado el
concepto de
comunicación, iniciaremos este
capítulo precisando la diferencia entre información y
comunicación.

Son tres los elementos que componen la
información; la fuente, el mensaje y el
destino.

ESQUEMA DE INFORMACIÓN

FUENTE —–MENSAJE —
DESTINO

La comunicación, contraria y complementaria de la
información, postula una relación simétrica
en la que un transmisor-receptor se relaciona, a través de
un saber común, con otro transmisor-receptor.

ESQUEMA DE LA COMUNICACIÓN.

TRANSMISOR-SABER COMÚN-RECEPTOR-TRANSMISOR
TRANSMISOR " " " "

TRANSMISOR " " " "

TRANSMISOR " " " "

TRANSMISOR " " " "

La diferencia es que en la
comunicación los receptores se convierten en
transmisores, por medio de un saber común.

Mientras la información conviene a una clase
explotadora para controlar a sus dominados, la
comunicación es la más adecuada para una verdadera
relación entre seres humanos libres.

En el capitalismo
decadente ("neoliberal"), la información se ha convertido
en masiva:

RECEPTOR

RECEPTOR

RECEPTOR

FUENTE -MENSAJE- RECEPTOR

(EMISOR) RECEPTOR

RECEPTOR

RECEPTOR

La fuente, el emisor o transmisor en la actualidad, se
ha institucionalizado.

Es un instrumento de control
ideológico al servicio de
los capitalistas, dueños de los medios de
información.

La información es autoritaria por dos razones:
por ser instrumento ideológico de la burguesía y
por su estructura
vertical de arriba hacia abajo.

Es decir, desde un transmisor que dicta órdenes a
un receptor o receptores que escuchan, leen o ven callada y
sumisamente.

Así como un soldado raso no se comunica con sus
jefes, quienes le ordenan lo que debe realizar, un televidente se
reduce a recibir toda la ideología informativa que los capitalistas
inoculan en su cerebro.

La relación entre el receptor sumiso y mudo y el
medio informativo autoritario burgués, es como un diálogo
entre un sordo y un charlatán.

Aparentemente los medios de información burgueses
se presentan como medios de diversión y entretenimiento,
cuando en realidad, detrás de la cáscara
ideológica, encontramos su meollo capitalista: obtener
más y más ganancias.

Los medios de información de la clase dominante,
no sólo obtienen grandes ganancias y alienan a sus
clientes, sino
también premian a los adaptados y sumisos, castigan
conductas desviadas y reducen la vida humana.

Los taravidentes, por ejemplo, pasan inútilmente
gran parte de su existencia frente a la "caja idiota".

Los medios masivos de información, aparatos
ideológicos del Estado
burgués, sirven para informar, deformar,
formar, transformar y conformar la
mentalidad de las masas.

  1. Con su lenguaje
    autoritario los medios de información burguesa amasan
    los acontecimientos, aburguesan las noticias.
  2. Al apropiarnos las noticias utilizamos palabras que
    no son nuestras, pronunciamos palabras de nuestros amos
    capitalistas.
  3. Ejemplificando: Los noticieros por medio de sus
    locutores utilizan el lenguaje
    del amo (la clase dominante), falseando, ideologizando la
    realidad, acomodan la información de los hechos a sus
    intereses de clase.
  4. Otro ejemplo: Los noticieros no sólo
    aíslan las noticias de su contexto
    socio-político, sino también hacen un revoltijo
    con ellas, junto a hechos deportivos se informa de asaltos de
    bancos,
    declaraciones oficiales, etc.
  5. Esta confusión beneficia a los capitalistas
    quienes desorientan e hipnotizan a la masa proletaria, por esto
    la noticia es ideología.

CAPÍTULO III

LA
PRENSA
ESCRITA

Desde su nacimiento la prensa ha servido a las clases
dominantes, quienes con su aparato jurídico y su violencia
física,
han impedido la expresión periodística
proletaria.

Con la publicidad
comercial, los periódicos alcanzaron una relativa
dependencia de los gobiernos capitalistas, para caer en los
brazos de los industriales y grandes comerciantes.

La publicidad por su parte, enriquecida con la
aportaciones del conductismo
(control de la conducta) y el
psicoanálisis (control del inconsciente)
adaptan a los hombres al smog de la sociedad de
consumo.

Ordena aspiraciones y satisface escapes y
evasiones.

Su función es
doble: utiliza los medios de información como medios de
presión
sobre la sociedad consumidora y con su aportación
económica, presiona políticamente a la
información a fin de poder
controlarla y adecuarla a los intereses de los
capitalistas.

La publicidad, el amarillismo y la plusvalía van
de la mano.

Publican encabezados sensacionalistas para ganar la
atención del público comprador,
aumentan la circulación del periódico
y llegan a los altares de las grandes empresas con una
cifra suficientemente impresionante para inclinar a los
anunciantes a adquirir mayor espacio.

Los periódicos especializan a sus reporteros en
el lenguaje de cada grupo de
lectores, evitándoles a éstos cualquier esfuerzo
mental y entregándoles una información totalmente
elaborada, digerida y muchas veces hasta defecada.

La información periodística autoritaria,
solo deja a los lectores el desahogo catártico de los
chistes
políticos, sobre la vida personal de los
gobernantes.

Los intereses económicos y políticos que
dominan a la prensa y a la información en general
son:

  1. Las compañías
    transnacionales.

2.-El aparato estatal burgués del
país.

3.-Las oligarquías nacionales.

4.-Los conductores corruptos y oportunistas de programas
noticiosos de radio y
TV.

5.-Los directores corruptos de periódicos y
revistas.

Otra función de la prensa burguesa es neutralizar
el potencial explosivo de la prensa proletaria.

Como el caso del grito lanzado por el patrón al
rostro del esclavo, no le quita a éste el uso de la voz,
pero lo obliga a enmudecer en su presencia inhibiéndolo
para usarla en la protesta o en el combate.

La prensa burguesa prestigia a sus propios
líderes, destruyendo así, la memoria
histórica de los proletarios, proyecta los intereses
narcisistas de la clase dominante en sus páginas sociales,
dejándoles a los trabajadores la crónica roja, que
resulta ser, la página social proletaria.

LA TELEVISÓN

La TV. funciona como las historietas, revistas, radio,
prensa, etc., esparcen los mitos,
imágenes y sonidos, etc., que integran el
smog propio de la cultura de
masas.

No sólo incrementan las ganancias sino
también refuerzan los valores de la
sociedad burguesa y enajenan e idiotizan a sus
televidentes.

Consume tal cantidad de vida humana, que un cálculo
conservador arrojó el resultado de 3 años perdidos,
3 años hipnotizados que han tenido los tara-videntes, que
durante veinticinco años han estado abobados, con la boca
abierta, cuatro horas diarias frente a la "caja
idiota".

Su función ideológica esencial es reforzar
pautas de conducta sumisa, aprendidas por reflejos condicionados,
desde la infancia.

La información autoritaria de la TV. impide el
desarrollo de
la conciencia
crítica
de los televidentes, haciéndolos vivir en las novelas, y
partidos de fútbol, logran hacerlos morir en la vida
real.

La energía mental y el tiempo de
trabajo
psíquico consumidos frente a la "caja idiota" constituye
un verdadero excedente de trabajo inmaterial, una
plusvalía ideológica cuyo beneficiario es el
sistema de
dominación material.

Los técnicos e ideólogos manipulan el
inconsciente de las masas para vender sus productos.

Ya Wilhelm Reich había afirmado que la publicidad
comercial, se basa en los deseos sexuales reprimidos de los
consumidores.

Prueba de ello son los anuncios de cervezas, pinturas,
carros, etc., que utilizan mujeres semidesnudas y excitantes para
atraer a los compradores.

En cuanto a las telenovelas, su mensaje oculto es lograr
que los televidentes acepten sumisa y resignadamente la miseria
económica y sexual producida por la sociedad burguesa
autoritaria.

CAPÍTULO IV

LA FAMILIA
AUTORITARIA

Según el humanismo
realista de Marx, el actor
decisivo en la historia es la
producción y reproducción de la vida
inmediata

Esta producción de medios de subsistencia
(alimentos,
ropa, instrumentos laborales etc.). Se combina con la
producción del hombre mismo,
la continuación de la especie.

Estos dos factores dan lugar a el trabajo y
la
familia.

El trabajo, en la comunidad animal,
junto con la alimentación de carne
combinada con vegetales, fue el principal factor de la
transformación del mono en hombre.

Este mismo trabajo, desde la aparición de la
propiedad
privada en poder de una clase dominante, ha sido el principal
factor deshumanizante.

Pues con la actividad laboral alienada
en beneficio de los que detentan las riquezas sociales, ha
hundido al trabajador, creador de esas riquezas, en un
guiñapo humano, miserable en lo económico y en lo
sexual.

La familia, también ha cumplido y continúa
cumpliendo un papel contradictorio, pues si bien funciona como
reproductora de la raza humana, transmite a las nuevas
generaciones la ideología de las clases
dominantes.

Al reproducir a los hombres, reproduce la
organización social que destruyen inhumanamente a las
nuevas generaciones.

El primer componente de la familia autoritaria fue el
autoritarismo y el segundo es la prohibición
sexual.

Desde el surgimiento del primer grupo familiar
encontramos ya una prohibición sexual: la relación
íntima entre padres e hijos.

La familia consanguínea estaba integrada por
hermanos y hermanas, por primos y primas de todos los
grados.

La comunidad ya no era una sola familia, se había
dividido horizontalmente en varios grupos
familiares.

El destino histórico-psicológico de Edipo
ya estaba escrito.

En la familia primitiva, aparece otra prohibición
sexual: la relación entre hermanos uterinos, primos y
primas carnales de todos los grados.

Tanto la familia consanguínea como en la de
afinidad estuvieron inmersas en la organización social matrilineal.

La GENS, linaje de descendencia común, fue
primero matriarcal y surgió directamente de la familia por
afinidad.

La última forma familiar que sirvió de
transición entre el matriarcado (propio del comunismo
primitivo) y el patriarcado (propio de las sociedades
basadas en la propiedad privada), entre las familias de grupo y
la familia monogámica autoritaria, fue la familia
sindiásmica.

Que estaba formada por parejas conyugales de carácter inestable, en virtud de que no
existían fuerzas económicas, morales y
jurídicas que asegurasen dicha relación
matrimonial.

Al disolverse el vínculo conyugal, los hijos como
antes, se quedaban con la madre.

El paso del matriarcado al patriarcado no fue tan
fácil y sencillo como dice Engels, sino que fue resultado
de la concentración de dotes matrimoniales femeninas en
pocas manos masculinas.

El casamiento fue la palanca patriarcal que
inclinó la balanza por el lado masculino.

El jefe político de la tribu, con derecho
poligámico, concentró riquezas no sólo con
las dotes de sus mujeres, sino con las dotes femeninas aportadas
a sus hijos y primos.

Con la aparición de la familia monogámica,
propia de las sociedades basadas en la propiedad privada en pocas
manos, el concepto familia adquirió su verdadera esencia,
la de ser FAMULIA, proveniente de FAMULUS, que quiere decir
esclavo doméstico y FAMILIA conjunto de esclavos
pertenecientes a un mismo hombre.

La mujer se
convirtió en la criada (esclava) principal de su
esposo.

El derrocamiento del derecho materno fue la gran derrota
histórica del sexo femenino
en todo el mundo.

Cuando el hombre
empuñó también las riendas en la casa,
la mujer se vio
degradada, convertida en la servidora, en la esclava de la
lujuria del hombre, en un simple instrumento de
producción.

Con la familia monogámica, la humanidad conoce la
primera forma familiar basada en intereses económicos de
una clase dominante, los esclavistas y de un solo sexo: el
hombre.

Su objetivo
principal fue procrear hijos cuya paternidad sea indiscutible
para que hereden, directamente, los bienes de su
padre.

El esclavista se adjudicó la poligamia y redujo a
su mujer a la monogamia.

La virginidad prematrimonial y la fidelidad conyugal
hasta nuestros días siguen siendo requisitos machistas
para el matrimonio.

La familia monogámica, basada en intereses
económicos prostituyó al amor,
convirtiendo a la esposa en prostituta a largo plazo y a la
prostituta en esposa a corto plazo.

Hemos visto un elemento de la familia, su monogamia,
ahora veremos su segundo componente: el autoritarismo.

Desde la aparición de la propiedad privada en
pocas manos, es decir, desde el modo de producción
esclavista ha existido el autoritarismo, factor indispensable
entre la relación amo-esclavo, explotador-explotado,
dominante-dominado.

Todas las formas de explotación del hombre por el
hombre, en particular tanto religiosa como económica,
tanto del colonizado, de la mujer como del niño, se han
aprovechado del fenómeno de la autoridad.

Aparentemente la propiedad se manifiesta como un poder
que requiere, sin violencia, un determinado comportamiento.

Desgarrando el velo ideológico que encubre la
realidad, notamos que la autoridad no es más que una
máscara encubridora de la violencia de la clase
dominante.

Al disfrazar su esencia violenta y presentarse como un
concepto pacífico, la autoridad se ahorra la
utilización de la fuerza
represora economizando gastos y
obteniendo, al mismo tiempo, una actitud de
sumisión.

Mientras que los matrimonios grupales se hallaban en
armonía con la naturaleza y
con los instintos humanos, la familia autoritaria
monogámica obstaculiza y reprime los impulsos naturales
del hombre, produciendo una serie infinita de enfermedades de todo
tipo.

En tanto que en las familias grupales, el padre era un
amigo amoroso, protector y tierno camarada de su hijo, en la
familia autoritaria, el padre es el tirano, el Pinochet que
representa los intereses de la clase dominante.

En tanto que la mujer, en las familias anteriores a la
autoritaria-monogámica no era sumisa ante su marido, su
poder social y familiar era igual que la de los
hombres.

En la familia patriarcal, como hemos visto, ha sido
reducida a la virtud doméstica y a la cosificación
sexual.

Mientras que en los matrimonios de grupo existía
la libertad
sexual y la salud mental, en
la familia coercitiva la represión sexual produce
enfermedades de todo tipo.

La familia autoritaria, cimentada en la
explotación del trabajador por el explotador, es parte
integrante, producto y
reproductor del Estado autoritario burgués y de la
sociedad capitalista autoritaria.

La familia coercitiva produce no sólo las
mentalidades autoritarias de la clase dominante, sino
también las mentalidades sumisas de los
explotados.

No es por casualidad que los conservadores y
reaccionarios idolatren a la familia y los rebeldes anarquistas
odien conscientemente a la familia, institución burguesa
que produce sumisión en los proletarios.

La educación
sexual del aparato ideológico estatal familiar no solo
daña la sexualidad del
individuo y le
produce todo tipo de enfermedades como la neurosis,
el
cáncer y el sida, sino
también condiciona a los explotados a ser sumisos frente a
todo tipo de autoridad burguesa.

En suma las funciones
esenciales burguesas de la familia autoritaria son las
siguientes:

  1. Se produce a sí misma, mutilando sexualmente a
    los individuos; perpetuando la familia patriarcal,
    también perpetúa la represión sexual y sus
    derivados: trastornos sexuales, neurosis, alineaciones
    mentales, perversiones y crímenes sexuales.
  2. Es el semillero de individuos amedrentados ante la
    vida y temerosos de la autoridad. Así sin cesar se
    continúa la posibilidad de que un puñado de
    dirigentes imponga su voluntad a las masas.

Por eso la familia tiene para el conservador esa
significación peculiar de fortaleza del orden social en el
cual él cree.

Es por esta misma razón, una de las posiciones
más encarnizadamente defendidas por la sexología
conservadora.

Es que la familia garantiza el mantenimiento
del Estado y del orden social en el sentido
reaccionario.

CAPÍTULO VI

LA
ADAPTACIÓN SOCIAL PARA LA SUMISIÓN

La función de la familia y escuela
autoritarias, no solo es producir sumisos trabajadores y
autoritarios burgueses, sino también adaptar (socializar)
a los niños
proletarios al modo de producción capitalista, a fin de
que produzcan (cuando sean mayores de edad) plusvalía para
los capitalistas.

La familia y la escuela producen los sujetos (sumisos)
que necesita la sociedad burguesa.

Este proceso de
sujetación (socialización) represiva, proporciona un
cimiento sólido a la autoridad burguesa al adaptar y
condicionar a los niños a la tiranía paterna,
representante en miniatura de la autoridad
capitalista.

El condicionamiento familiar y escolar para la
sumisión a todo tipo de autoridad, no sólo consiste
en la transmisión de ideas y objetivos de
la clase dominante a los niños sino también en
estructurarlos, lo que deben o no sentir, lo que deben o no hacer
o pensar.

Cumple paso a paso la programación cibernética que la moral
burguesa ha destinado a cada recién nacido.

La adaptación sumisa a la sociedad burguesa
inhumana, basada en la explotación económica de los
trabajadores por los capitalistas, ha sido tanto
ontogenéticamente (origen del individuo reprimido y
sumiso), como filogenéticamente (origen de la
civilización represora y autoritaria).

Este segundo origen, como hemos visto, se dio con la
aparición de la propiedad privada en manos de una
minoría explotadora, la clase esclavista.

En cuanto al primer origen, sucede día a
día, con cada recién nacido, desde el esclavismo hasta
el neoliberalismo.

El individuo al crecer dentro de las instituciones
burguesas (AIE), familia, escuela, etc., aprende los
requerimientos de la ideología dominante.

Aprende la esencia ideológica burguesa como si
fuera lo más natural y humano y lo transmite ciegamente a
sus descendientes.

Nacido y criado en la esclavitud, el
proletariado, descendiente de una larga progenie de esclavos,
cuando ha comenzado a pensar, la libertad le ha parecido un
imposible.

El sacerdote, el maestro, etc., le predican que el
gobierno y los
amos son necesarios y hasta indispensables.

El juez y el policía se encargan de reducirlo al
silencio en caso de que se rebele.

La adaptación o sujetación del individuo a
la sociedad burguesa se produce a través del complejo de
Edipo, propio de los modos de
producción basados en la propiedad privada en manos de
una clase dominante y organizada con la familia
patriarcal-autoritaria.

A través del Edipo, el niño al reprimir su
deseo hacia la madre, así como la inhibición de su
instinto sexual, se ve obligado a aceptar sumisamente la
autoridad paterna, introduciéndola en su mente en forma de
superyó y, con ello, adaptándose a la sociedad
burguesa autoritaria.

Cuando el niño acepta la prohibición de su
figura paterna más cercana, acepta la Ley de la clase
dominante.

El deseo reprimido del niño hacia la madre, es el
deseo del otro, del padre autoritario, de la burguesía
autoritaria.

La superación del Edipo, el superyó,
identificación con el Pinochet doméstico, (la
moral social)
es al mismo tiempo, la conservación de la vida del esclavo
(niño) a costa de su sumisión ante el amo que
simboliza y representa la autoridad capitalista.

El superyó, es la incorporación de
la ideología de la clase dominante en el cerebro de cada
niño que crece en el capitalismo.

Es la internalización de la autoridad paterna,
así como la incorporación de la moral burguesa
dominante.

Su función es vigilar al yo y, por medio de
éste, controlar al ello, (los instintos) impidiendo que se
transgreda o viole la Ley Burguesa.

Es la autoridad represiva de la clase dominante,
ejerciendo sus funciones de gendarme dentro de cada sujeto,
fiscalizando sus conductas y sus pensamientos.

En el Edipo también se manifiesta la
contradicción humana principal de la sociedad
burguesa.

La contradicción entre los instintos y
necesidades biológicas del individuo y la moral sexual
(represora de esos instintos) de la clase dominante.

Mientras los Edipos expresan a los primeros, el padre
defiende e impone violentamente la segunda.

En virtud de que todos hemos sido Edipos, todos somos
insatisfechos sexualmente y lo seguiremos siendo durante toda
nuestra vida.

Por tanto, todos somos neuróticos, adaptados y
sumisos a la sociedad burguesa.

La neurosis, producida por la represión de
energía sexual por un superyó autoritario, (la
moral represiva trasmitida por los padres) se manifiesta por la
irrupción de dicha energía en forma
patológica (síntomas, lapsus, sueños,
etc.).

El origen ontológico de la neurosis tiene lugar
durante la conformación del yo (aparato psíquico de
control) en la infancia.

El bebé, puro instinto, regido por el instinto de
placer, con el yo se adaptará a la realidad
antiinstintiva.

El yo resulta ser un árbitro entre las dos
fuerzas contrarias, un árbitro insuficiente y
descontrolado que no puede equilibrar las fuerzas en
lucha.

Su insuficiencia es por la estructura económica y
social inhumana del capitalismo que provoca, y se alimenta, de la
neurosis de los sumisos productores de
plusvalía.

La regresión a etapas infantiles de dependencia
de los trabajadores neuróticos, sirve al autoritarismo
paterno de la clase dominante.

La sociedad autoritaria burguesa, vive de la
plusvalía que le producen las masas trabajadoras
neuróticas, y no de las minorías
esquizofrénicas, pues si la neurosis es sufrimiento humano
con realidad burguesa, la esquizofrenia es
goce sin realidad.

Mientras que la sublimación de las
energías sexuales pregenitales (oral y anal), han
producido la cultura y han conservado, relativamente, la salud mental de los
individuos, la represión sexual, producto de la
ideología y moral conservadora de la clase dominante, han
producido sumisión política y
castración sexual y toda clase de enfermedades
psíquicas y somáticas, es decir,
BIOPATÍAS.

Los neuróticos, frente al conflicto
Edipiano, permanecen sometidos a la autoridad paterna,
capitalista, toda su vida.

La inhibición moral de la sexualidad natural del
niño, cuya última etapa es la limitación
característica a la sexualidad hace del niño un ser
angustiado, salvaje, sumiso, obediente, "amable" y "dócil"
en el sentido autoritario de la palabra.

De este modo, todo gesto vital y libre está
cargado de una fuerte dosis de angustia que paraliza las fuerzas
rebeldes en el hombre y deteriora su potencia
intelectual y su sentido crítico, imponiéndole la
prohibición de pensar en cosas sexuales (o políticas).

En una palabra, su fin es la creación del sujeto
adaptado al orden autoritario, que acepta a despecho de todas las
miserias y humillaciones, el orden establecido que le ha sido
impuesto.

La historia del hombre trabajador explotado y oprimido,
es la historia de su represión sexual y
política.

Mientras las clases y capas dominantes, desde el
esclavismo hasta el socialismo
burocratizado, ha gozado del libertinaje y perversiones sexuales,
los trabajadores obreros, reprimidos sexualmente por la moral
burguesa, han sufrido enfermedades de todo tipo.

En suma la historia del hombre ha sido la historia de
sus neurosis.

En fin, la adaptación social también sirve
para delimitar la línea entre la salud y la enfermedad
mental.

El loco es definido como "desordenado" incapaz de
mantener un orden normativo en sus actos, hábitos y
costumbres.

Por lo que en su aislamiento manicomial, se le debe
imponer una rígida ordenación de su vida
cotidiana.

Negándole, a través de ella, toda libertad
de iniciativa y toda espontaneidad que por "tender al desorden",
serían "perjudiciales" para la sociedad
burguesa.

El loco, es por definición, un ser capaz de
violar los principios y
reglas de la moral sexual….incapaz de relacionarse… actor de
toda una serie de extravíos, abusos y perversiones
sexuales.

En consecuencia, la organización del espacio
manicomial, que para él se construye, debe incluir la
estricta separación de los sexos y, con ello, la
negación de su libertad sexual.

Por último, el loco queda definido como directo e
inmediatamente improductivo, bien porque rechaza de plano el
trabajo, bien porque su desorden le hace escasamente
eficaz.

La cárcel y el espacio manicomial están
organizados acorde con la ideología del
trabajo.

En suma, el "sano" mentalmente, es aquel adaptado
neurótico, sumiso, productor de plusvalía para los
capitalistas.

El individuo, castrado psíquicamente, es el que
se somete como un toro castrado, a toda forma de autoridad
burguesa.

CAPÍTULO VII

LA
REPRODUCCIÓN AMPLIADA DE LA SUMISIÓN
POLÍTICA.

Hemos visto:

La reproducción ampliada del capital, que
tiene como objetivo la capitalización de la
plusvalía económica.

La función económica y
socio-política de la ideología, los medios de
información masivos-ideológicos burgueses, la
familia autoritaria, fábrica de sumisos proletarios y
autoritarios burgueses y la adaptación para la
sumisión a todo tipo de autoridad.

En este capítulo integramos cada una de las
partes estudiadas en el todo social, a fin de exponer cómo
se realiza la reproducción ampliada de la sumisión
política.

Para que exista una reproducción ampliada de la
sumisión política es necesario que existan formas
de plusvalía que, capitalizadas ideológica y
políticamente, reproduzcan, en forma ampliada, la
organización social en su conjunto.

Son cinco formas ideológicas las que
analizaremos:

  1. PLUSVALÍA ECONÓMICA.
  2. PLUSVALÍA IDEOLOGÍCA.
  3. PLUSVALIA DE PODER.
  4. PLUSVALÍA SEXUAL.
  5. PLUSVALÍA HUMANA.

La primera forma de plusvalía elaborada y
explicada por Marx, es aquella cantidad de trabajo no pagada al
obrero.

Es el primer y básico robo legal que posibilita
la existencia de las otras formas
plusvalísticas.

La plusvalía económica reforzada por las
otras formas plusvalísticas, se complementa con ellas y,
todas juntas, incrementan el poder económico,
ideológico y político de la clase
dominante.

Así como los capitalistas roban tiempo de trabajo
a los trabajadores, también roban energía
psíquica, poder, sexualidad y capacidad humana a los
proletarios.

La plusvalía ideológica también
funciona como justificadora de la plusvalía
económica, reforzándose y complementándose
mutuamente, a fin de cumplir un mismo objetivo: incrementar el
poder económico e ideológico de la clase dominante,
reproduciéndose así toda la maquinaria
económico-social capitalista.

La energía y el tiempo de trabajo psíquico
que pasivamente consumimos en la recepción profunda y
continua de mensajes de todo tipo, (en los que se nos transmite
como óptima la concepción del mundo que justifica
la sociedad autoritaria, por la cual tenemos relaciones de
dependencia y somos explotados), constituye un verdadero
excedente de trabajo inmaterial, una peculiar
plusvalía ideológica cuyo beneficiario directo es
el sistema de dominación material.

Esta dependencia a la autoridad burguesa, combinada con
la enajenación económica fue creando en
la mente de los proletarios la enajenación
ideológica, gran reservorio ideal de lealtad y
sumisión hacia el sistema mismo.

Capital ideológico siempre dispuesto a traicionar
cualquier impulso subversivo y siempre al servicio del capital
material.

Junto a la plusvalía material, extraída de
la fuerza del trabajo, el sistema de dependencia mental fue
formando progresivamente un mecanismo de producción de
plusvalía ideológica mediante el cual, el
inconsciente de los seres humanos, pasa a formar parte del
capital ideológico burgués, a sustentarlo, a
preservarlo, a perpetuarlo.

La ideología, producida industrialmente, no
sólo contribuye al incremento del capital material sino
también a la constitución de un capital
ideológico cuyo portador es el hombre de la calle y cuyos
dueños son los mismos del capital, los que dirigen a
distancia los hilos del complejo social.

Esta pertenencia no consciente, o preconsciente del
hombre común al sistema de producción, condiciona
sin cesar su mente, a través de toda suerte de mensajes, y
que genera no sólo una radical dependencia espiritual o
"lealtad" frente al sistema, sino también un excedente
real de trabajo psíquico, que se separa o aliena del
productor.

Es lo que llamamos proceso de producción de la
plusvalía ideológica.

Los técnicos y prácticos aplicadores de
plusvalía ideológica son los psicólogos
publicistas y los "analistas motivacionales", que explotan el
inconsciente de los consumidores para vender sus
productos.

Los medios masivos d e información, autoritarios,
y principalmente la TV, son los más importantes
extractores eficaces que sustraen plusvalía material y
plusvalía ideológica a las masas
trabajadoras.

Los autoritarios capitalistas al robar poder a los
sumisos lo acumulan a fin de perpetuar, en forma ampliada, su
autoridad capital, su capital autoritario.

La sumisión política de los proletarios
crea cierta cantidad de poder, de autoridad, del cual se extrae
un excedente, una plusvalía política, que
incrementa la autoridad burguesa.

La utilización burguesa del poder, robado a los
obreros, la dominación de los sumisos, debe ser
considerada también una explotación.

El autoritarismo burgués es poder proletario
acumulado en las manos de la clase dominante, para su control y
dominio.

La energía sexual utilizada neuróticamente
por los proletarios incrementa el capital y el poder autoritario
de la moral sexual burguesa.

A mayor miseria sexual de las masas, mayor riqueza para
la moral sexual conservadora.

Las clases dominantes han enriquecido su moral sexual
con la extracción de ese excedente, esa plusvalía
libidinosa arrebatada a las masas sumisas y productoras de
riquezas materiales.

Por último, la plusvalía humana es el
excedente sentimental y racional que los burgueses extraen a la
mayoría de la humanidad.

La deshumanización de la sociedad es
acumulación de plusvalía humana, robada legalmente
a la inmensa mayoría de la población, a los proletarios.

En suma, la extracción y robo de las formas
plusvalistícas analizadas, reproducen en forma ampliada el
sistema económico-político y social
capitalista.

Con la sumisión política neurótica,
los trabajadores reproducen ciegamente, las condiciones
históricas que posibilitan y necesitan de dicha
sumisión.

La vida cotidiana, neurótica y sumisa de los
obreros y de los pequeños burgueses, retroalimenta,
revitaliza, a la organización social burguesa.

 

Humberto Escobedo Cetina

Partes: 1, 2
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